viernes, 30 de noviembre de 2007

Libres pero presos


Como predije ayer, hoy ha hecho un día magnífico. Precioso. Diez grados de temperatura a las dos de la tarde y muchas ganas de subirme encima de la moto.


Pensado y hecho. A las dos y cuarto ya estaba con mi moto por la carretera, bien equipado por un por si acaso y zumbando a buen ritmo por encima del gris asfalto.


No obstante se notaba algo de fresco en el cuerpo, pese a ir bien protegido, bien tapado y perfectamente pertrechado por eso, en un sitio de la carretera que se ensancha y sobre el que han construido un mirador para ver las aguas de un pantano, allí me he parado.

El calorcillo del ambiente, sin ese aire que te golpea en el cuerpo cuando vas zumbando sobre tu moto, se agradecía doblemente. Apetecía muy mucho estar sentado en el citado mirador, viendo las tranquilas aguas del pantano y sintiendo en el cuerpo la suave caricia del casi vergonzoso sol.
Más de media hora he estado allí, calentándome como las lagartijas al sol, como los cocodrilos con la boca abierta en las arenas de las orillas del río, cual serpiente a la entrada de su selva amazónica.

Allí he fotografiado unas alambradas que había y que me han sugerido la idea de que todos, absolutamente todos, estamos presos. Estemos donde estemos, vivamos donde vivamos y disfrutemos de la condición civil que disfrutemos. Me da igual. Todos estamos presos.

Los que realmente están presos, porque no pueden abandonar el sitio en el que se encuentran, y los que estamos en la calle, porque no podemos abandonar el sitio en el que nos encontramos, más o menos grande en comparación con el sitio del que "disfrutan" los que están en las cárceles, pero un sitio al fin y al cabo y un sitio del que no te puedes escapar.

El que está en la cárcel va, de la celda al patio, del patio a la lavandería, de la lavandería al comedor y del comedor a la celda.

El que está fuera y como consecuencia de sus obligaciones familiares y laborales, no puede separarse demasiado del centro en el que vive, y va, de su casa al trabajo, del trabajo a casa, de casa al bar de la esquina, del bar de la esquina a por tabaco y del estanco a casa de nuevo. Y mañana vuelta a repetir.

¿Eso último es libertad?

A eso último le llamamos LIBERTAD, que es muy distinto.

Por eso digo que tanto los que están en cárceles, presos realmente, como los que estamos fuera, presos de nuestras circunstancias, todos, en definitiva, estamos apresados en este mundo, unos más contentos que otros pero todos presos, en definitiva.

Y la liberación a esa prisión eterna tanto de unos como de otros llegará cuando...

Esta noche tenemos cena con los amigos, aquí, en un restaurante que no está ni a cien metros de mi casa. Muchos presos en sus cárceles seguro que andan distancias mayores para ir de su celda al patio. ¿Quien está más prisionero de sus circunstancias y de su entorno?.

De todos modos, de algo hay que hablar. No me hagáis demasiado caso.

Feliz fin de semana