sábado, 15 de diciembre de 2007

¡¡¡GUAU...¡¡¡

Anoche vino mi cria de La Capital para pasar el fin de semana con sus queridísimos padres. La fuí a buscar a la parada de autobuses y la traje con el coche: hacía demasiado frio como para dejar que viniera, la pobre, andando y arrastrando la maleta con ruedas.

Después y a eso de las diez de la noche nos fuimos a cenar con un matrimonio amigo a un restaurante cercano: ¡¡hasta las dos de la madrugada de hoy estuvimos entre la cena y la sobremesa¡¡. Perfecto todo.

En los postres se nos acercó el dueño del restaurante con una botella de cava en una mano y una cubitera con hielo en la otra:

- Regalo de la casa. ¿La pongo dentro de la cubitera aquí mismo? -dijo señalando un extremo de la mesa.

Nos miramos los cuatro.

- ¡Ponla, ponla...y muchas gracias...¡

Entre la excelente comida, el cava, los cafés, un par de copas cada uno que tomamos después y los chistes y anécdotas...¡ las dos de la mañana ¡

Bueno, y hoy, a las nueve, ya estaba yo sobre la moto dirección a un restaurante donde había quedado con unos amigos. Unos sesenta kilómetros separan ese restaurante de mi casa. La temperatura ambiente según el termómetro de mi moto: ¡¡ -5 grados ¡¡. Como para ponerse en mangas de camisa a lucir músculo.

A unos treinta kilómetros de casa, tenía los dedos completamente helados. He tenido que parar en un bar de carretera para tomarme un café y coger la taza con las dos manos tratando de que reaccionaran y procurando que no me saltaran los dedos en mil pedazos. ¡¡Virgen del Amor Hermoso...¡¡

He llegado al punto de reunión justo en el momento en el que mis amigos bajaban de sus monturas y comenzaban a quitarse los guantes. Les he soltado, riendo:

- ¡Cuidado, no tiréis con fuerza no vayáis a sacar el guante lleno de dedos...¡

Todos decían lo mismo: los dedos helados. El cuerpo, como si nada, pero los dedos estaban, exagerando bastante, a punto de congelación con lo que la amputación de los mismos estaba al caer.

Después del almuerzo, de las fotos, de los chistes, de los comentarios jocosos, de las previsiones que tiene el club, del replanteo de nuevas y próximas salidas, etc, etc, nos hemos despedido con un fuerte abrazo y cada uno a su casa.

Ellos han seguido hasta La Capital y yo, en solitario, a Mi Localidad.

Día para contar. Anécdotas para recordar. Vivencias para tener en cuenta. Experiencia que nos enseña y cuyas enseñanzas no se olvidan. Renovación de amistades. Consolidación de viejas amistades. Confraternización y buen ambiente entre las personas que, en definitiva y a la postre, es de lo que se trata.

Ahora, en casa y calentito, recuerdo la experiencia del día y contemplo en la pantalla de mi ordenador las fotos hechas: Gracias, amigos, por vuestra compañía y vuestra amistad.

Mi hija ha salido a dar una vuelta con las amigas.

Mi señora está pintando en su estudio.

Yo me siento feliz, contento y satisfecho.

Feliz fin de semana.