lunes, 31 de diciembre de 2007

Último del 2007...

Dentro de breves instantes nos vamos, mi señora y yo, a La Capital, a pasar la última noche con la hermana de mi señora y con su esposo.

Un año vienen ellos a casa y al siguiente vamos nosotros a la suya.

Tanto sus hijos como los nuestros ya son mayores y pasan esta última noche con sus amigos, en esta ocasión, concretamente, las dos cuadrillas de mis dos hijas, ¡¡¡EN MI CASA¡¡¡

La mayor, con su cuadrilla, seis en total, en el salón del piso. Y la pequeña, ocho en total, en una buhardilla que tenemos arriba, un salón de unos 35 metros cuadrados con fogón y todo. Ya les hemos preparado una enorme mesa, con sus sillas, unos sillones, televisión, equipo de música...pero hemos retirado los cuadros...Mi señora se dedica a pintar cuadros y ese sitio es su estudio, y los cuadros, sagrados.

Miedo me da pensar en cómo vamos a encontrar la casa cuando volvamos mañana por la tarde. Bueno, sabiendo mis hijas cómo pienso al respecto no creo que dejen ni una miga de pan por el suelo, otra cosa es cómo va a estar la casa durante el transcurso de la fiesta, cosa normal, también, por otra parte.

En fin, de algo hay que morir. De todos modos me hace sentir bien el hecho de que, por lo menos las dos hermanas, con sus respectivas cuadrillas, van a estar en casa sin exponerse a todo ese follón que se monta por bares, discotecas, calles, frios, heladas...

Bueno, FELIZ AÑO a todos y a todas, que es lo que en definitiva importa, que por lo menos nos quedemos como estamos, que no es poco, que podamos contarlo y que podamos seguir celebrando muchas más Noches Viejas en compañía de todos nuestros seres queridos.

Un abrazo a tod@s.

viernes, 28 de diciembre de 2007

Me ha mirado un tuerto...

A mi me ha tenido que mirar un tuerto. Estoy totalmente seguro y convencido. Y voy a explicar brévemente por qué estoy tan seguro.

El día 18 del presente mes de Diciembre me acabaron de montar la buhardilla de mi nueva casa. Toda de madera. Preciosa. Lo normal en esos casos es echar el proyectado encima y, después, proceder a tapar esas maderas y ese proyectado con todo lo que falta para acabar la casa, es decir y verbigracia: ¡¡ tejado y tejas ¡¡

Pues no.

Después de puestas las maderas, vigas y planchas y esperando como agua de mayo a los técnicos que tenían que echar el proyectado, va y se nos pone a llover, justo al día siguiente. En esas condiciones, totalmente prohibido hacer nada. Al albañil no le queda más remedio que cubrir toda la madera con unas enormes telas plastificadas para proteger las mismas de las inclemencias acuosas.

Sigue lloviendo durante varios días. Imposible hacer nada.

Deja de llover y vienen nieblas. Imposible hacer nada.

Se van las nieblas. Sale el sol. El albañil destapa las maderas para que se sequen porque habían cogido humedad.

Se secan. El albañil llama a los técnicos del proyectado para que vengan HOY POR LA TARDE.
Justo a las cuatro de la tarde, momentos antes de que vengan, comienza a subir una niebla cerrada y fria...¡¡¡mecagoentodoloquesemenea¡¡¡

Y no sólo eso: ¡¡ llaman los del proyectado diciendo que se les ha roto la máquina y que hoy no pueden venir, que lo dejan para el próximo miércoles, claro, las fiestas de Fin de Año de por medio...

El albañil, vuelta a subir al tejado, a la techumbre de madera, con todas las lonas plastificadas para volver a tapar las maderas, todo el techado de la buhardilla, hasta el próximo miércoles, siempre y cuando, entre tanto, no llueva y me vuelva a humedecer la madera...¡¡yo mato a alguien...¡¡

Y todo esto, habiendo estado cinco meses seguidos sin caer ni una gota de agua, ni una niebla ni media, sin una humedad ni en sueños.

¿Por qué me han tenido que mirar todos los tuertos del mundo a mí? ¿Tan guapo soy? Bueno, si lo miramos por ese lado, he de decir que mi abuela siempre decía que yo era el nieto más guapo del mundo mundial, y las abuelas siempre tienen razón.

Pero lo del tuerto...

¿Me han mirado mil tuertos o no?

Feliz fin de semana.

jueves, 27 de diciembre de 2007

Cambiar o no cambiar de moto...

Esta mañana, mientras me dirigía a la oficina de correos a depositar unas postales navideñas para unos amigos me he encontrado con otro amigo motero que estaba en la puerta de su garaje hablando por teléfono.

- Voy a vender la moto -me ha soltado de entrada.

En ese momento llegaba su señora andando y ha oido lo que mi amigo me estaba soltando. Ha sonreído y ha negado con la cabeza.

- Me voy a comprar una GoldWing 1800

- ¡Te vas a comprar una poca leche...¡ -ha dicho su señora.

Esa moto también me gusta a mí lo que pasa es que ahora, tal y como estoy con el tema de la construcción de mi nueva casa y con unos pagos de mil pares de narices, si me meto en esos berenjenales, mi señora me arranca la cabeza de cuajo, la planta en el campo para ver si toma y se queda tan fresca. Y yo no estoy por la labor de perder lo que llevo encima de los hombros.

Con la moto que tengo me sobra y me resobra. Capacidad para llevar bolsas grandes de deporte con ropa para una semana, tiene. Comodidad para piloto y pakete, también. Rápida, potente y segura, tres cuartos de lo mismo...¿qué más quiero? ¿ir por la carretera a 300 km. por hora?. ¡Pues como que no¡.

En eso hemos quedado con mi amigo: en que, de momento, ni vende su moto ni se compra otra...Y si tiene narices que se enfrente a su señora, que es, como todas las señoras, quien manda en casa.

Y ahora, como hace una tarde preciosa, me voy, con el permiso del respetable, a dar una vuelta con mi moto, con esa moto que espero me dure, por lo menos, cuatro o cinco años más...¡¡¡mínimo¡¡¡

Feliz fin de semana.

A veces me acuerdo...

A veces me acuerdo de aquellos días en los que, siendo yo muy niño, me iba, después de cenar en casa con mis padres, a casa de mis abuelos que vivían en la parte alta de Mi Localidad, una casa de esas con una cuadra en el patio donde se alojaban las caballerías, una bodega subterranea donde se hacía y almacenaba el vino, y una cuarto donde se amasaba el pan y donde, en grandes arcones, se guardaban los panes que se hacían y que duraban semanas sin ponerse duros, exactamente igual que ahora, que una simple barra de pan, de un día para otro, se pone dura como el pie de Cristo.

Pues eso, que me iba a casa de mis abuelos y me sentaba en la banca que tenían junto al fuego, al lado de mi abuelo, y me quedaba mirando el juego de las llamas bailando sobre los troncos de leña de olivo mientras mi abuelo, con unas tenazas plateadas y labradas con gráficos en sus mangos, atizaba el fuego de vez en cuando. Mi abuela, mientras, sentada frente al fogón en una sillita baja, hablaba o, como yo, contemplaba el baile del fuego.

El resto de la cocina, con la luz apagada, sólamente recibía el resplandor de las llamas del fogón, y las sombras de nuestros cuerpos apoyándose sobre las paredes de la cocina mientras temblaban al libre capricho del baile del fuego.

Casi siempre acababa yo recostándome sobre el costado derecho de mi abuelo, cansado, adormecido por la calor del fuego y por su visión hipnotizadora.

Sensaciones de niñez que nunca jamás volverán pero que nunca jamás, igualmente, desaparecerán de mi memoria.

Feliz Fin de semana.

miércoles, 26 de diciembre de 2007

Feliz Navidad...

El monovolumen se deslizaba por una carretera húmeda de niebla. Ésta ya había levantado algo pero seguía habiendo en el ambiente ese tono gris que duele en los ojos.

A ambos lados de la carretera, árboles. Los más alejados se veían como desdibujados, borrosos, quietos. La tierra húmeda, y dentro del habitáculo del coche, una suave calor que hacía más desagradable, si cabe, la situación exterior del ambiente neblinoso.

Una música relajante acompañaba al conductor que, golpeteando con los dedos sobre el volante del coche iba acompañando el ritmo de la música.

Se dirigía a casa, a pasar unas felices navidades con la familia a quienes hacía más de tres semanas que no veía: ¡este maldito trabajo que me hace estar hoy aquí y mañana Dios sabe dónde...¡

La velocidad, algo alta. La carretera está bien, pensaba. Algo húmeda, pero bien.

Ya no hay tráfico, todos están en casa y yo, como en muchas otras ocasiones, el último.

Presionó mínimamente sobre el pedal del acelerador tratando de acortar tiempo y distancia. Sus dedos seguían tamborileando sobre el volante, las dos manos sujetas a ambos lados del mismo moviendo los dedos y tarareando con un "la, la, la..." la canción que sonaba.

De pronto, una curva excesivamente cerrada para la velocidad que llevaba, no se había percatado de la señal que acababa de dejar atrás, una que recomendaba ir a setenta kilómetros hora.

Brúscamente frenó mientras giraba el volante hacia su izquierda para tratar de ganar la curva. Vio que el coche se le inclinaba hacia la derecha. Rectificó de nuevo el giro del volante hacia esa misma dirección y el coche obedeció girando hacia la derecha y quedando totalmente cruzado en la carretera mientras comenzaba a dar vueltas de campana siguiendo la trayectoria de la carretera.

De frente, otra curva. El monovolumen siguió recto precipitándose barranco abajo dando vueltas de campana y arrastrando maleza, pequeños arbustos, pinos incipientes mientras miles de trozos de cristal saltaban por los aires y chispas de un rojo intenso iluminaban la poca niebla que en ese momento rodeaba el ambiente.

El monovolumen paró, totalmente destrozado, contra un enorme tronco de pino talado a media ladera. La música del interior del coche seguía sonando. El cinturón de seguridad seguía sujetando, contra el respaldo del asiento, a un cuerpo inerte. Las ruedas del monovolumen, girando y mirando al cielo, a ese cielo que se imaginaba por encima de la escasa niebla matinal.
Y en el salpicadero del coche tres fotografías sujetadas al mismo mediante una base imantada: dos niñas, rubias y de corta edad y una mujer de mediana edad. Debajo de las tres fotografías, una frase lapidaria: "Papá, no corras. Te esperamos"

martes, 25 de diciembre de 2007

¿Te acuerdas cuando...?

Ayer por la tarde fuí a La Capital a buscar a mis dos hijas para traerlas a Mi Localidad, había que pasar toda la familia junta la Nochebuena.

Llegamos a casa a las ocho de la tarde. La casa vacía. Mi señora nos había dejado una nota:

- Estoy en casa de tus padres. No tardéis.

Nos arreglamos y subimos. Allí estaban mis padres, mi señora y mi hermano con su esposa y sus dos hijos: Abrazos, besos, qué tal, palmadas, sonrisas...y la mesa puesta.

Comenzamos a cenar y mi hermano y yo, que a la hora del cachondeo nos compenetramos de miedo, comenzamos a hacer chistes, a contar anécdotas, a reír, a representar algunas historietas...mi hermano lloraba y no de dolor, precisamente. Mis sobrinos, mis hijas, mi señora y mis padres, también. Mi padre, algo menos, dado que la sordera que le domina hace que muchas de las cosas que se dicen se le queden a un palmo del oido. Todo perfecto, cena incluida, por supuesto.

Estuvimos de velada hasta cerca de las dos de la madrugada, hora en la que mi hija la mayor, que había estado trabajando todo el día y había madrugado, dijo que se caía de sueño. Nos fuimos a casa y mi hija la pequeña aún se fue con sus amigas volviendo a casa, justo cuando yo me levantaba para marcharme con la moto, es decir, a las diez de la mañana.

Claro, luego se ha levantado a las seis de la tarde. No está mal. Así también aguanto yo de juerga hasta las tantas. En fin, sabemos que son demasiado jóvenes y que es normal que hagan estas cosas.

Yo, tras la vuelta con mi moto he vuelto a casa de mis padres donde estaban todavía mi hermano con su familia. Hemos charrado un rato, hemos comentado todo lo ocurrido ayer y nos hemos despedido. Se tenían que marchar a La Capital puesto que, mañana, mi hermano trabaja.

Una Nochebuena perfecta, llena de alegria, risas, buen ambiente, buen humor, buena cena -sin pasarnos ni un pelo-, y, en definitiva, la familia reunida que es lo que yo más aprecio y deseo.
¿Estaremos el año que viene todos en las mismas condiciones, por lo menos, que hoy? Como dice el de la película: "¡Virgencita, que me quede como estoy...¡". Me conformaría con estar, por lo menos, como estoy ahora, y eso que llevo una temporada con mis problemas de vesícula que no le deseo ese mal ni a mi peor enemigo.

Vivir, pasar los días, pasar la vida en sí, ver crecer a la gente que quieres, verte envejecer frente a ellos, llenar la mente de recuerdos y el alma de sensaciones...ir llenando la mochila de nuestra vida hasta el momento de su completo llenado. Entonces cerraremos la mochila o, mejor dicho, la vaciaremos totalmente poniendo dicha mochila en la espalda de otro para que a su vez comience a llenarla de recuerdos, vivencias, ilusiones, esperanzas, alegrias, buenos y malos momentos...de vida en sí.

Y entonces alguien dirá:

- ¿Te acuerdas cuando...?

Feliz Semana.

lunes, 24 de diciembre de 2007

La locura de las Navidades...

Esto es una locura, señores.

El consumismo y el "antes reviento que dejo de comer", están a la orden del día. El gastar por gastar, aunque no nos haga falta; el gastar por tener, aparentar, ponderar, dar a entender...el gastar por decir: "¡fíjate cuánto tengo y de qué calidad¡", eso es lo que hace que estén las tiendas, supermercados y todo tipo de negocios, hasta las trancas. Como si supiéramos con total seguridad que el fin del mundo y la escasez de todo tipo de alimentos y productos fuera a llegar mañana mismo.

Esta mañana me ha dado por dar una vuelta con mi moto. Hacía más de una semana que no la tocaba y tenía ganas de correr un poco.

A la vuelta he entrado por las calles más céntricas de Mi Localidad, donde está el meollo de la cuestión de tiendas, supermercados, bares, boutiques, tiendas de electrodomésticos, etc, etc...¡¡¡y no se podía pasar¡¡

Gente entrando y saliendo de todos los sitios. Gente cruzando las calles en manada, sin mirar si venían o no coches o motos, las aceras llenas, todo el personal con bolsas, con carros de compras, todos deprisa y ligeros...todo el mundo medio loco. Antes de entrar en el meollo de la locura he pasado por las dos gasolineras que hay en Mi Localidad y ambas llenas de coches: unos repostando, otros esperando para repostar, otros lavando los coches y soltando nubes de agua, otros esperando para entrar a lavar los suyos...¿Qué está pasando? ¿Qué pasa?.

Creo que estamos todos medio locos. Lo siento pero lo veo así.

Jamás he encontrado la zona centro tan abarrotada de gente, de coches, de crios, de movimiento, de calles llenas, de negocios a rebosar, de gentes cargadas hasta los topes...es el consumismo. Yo también me incluyo.

He ido a casa a de mis padres, a saludarles, pues esta noche cenamos allí con mi señora y mis hijas y con mi hermano, señora e hijos, ¡¡y ya tenían la mesa medio preparada...¡¡

Lo dicho: la locura del consumismo y del "antes reviento que me dejo nada en el plato".

Felices Fiestas

Feliz Semana

sábado, 22 de diciembre de 2007

La LOTERIA: ¡¡Ni un clavel...¡¡

Dicen, o decimos tras comprobar que no nos ha tocado ni un clavel, que hoy es el día de la SALUD.

Mientras los crios esos de voz chillona van gritando número tras número, seguimos con la ilusión y la esperanza de que en una de esas se equivoquen y vociferen uno de nuestros números, a ser posible ese en el que más dinero hemos gastado, pero conforme van saliendo los segundos premios, los quintos, los cuartos, los terceros...aún parece que algo nos mantiene ilusionados, aunque ninguno de los números que tenemos pertenezca al grupo de los que ya han cantado, siempre nos queda la esperanza del primero.

Pero llega el primero, lo gritan, la gente mira sus números, los bombos dejan de girar, los periodistas preparan sus cámaras, la televisión enfoca las manitas de los niños con las bolitas entre sus dedos, nosotros miramos nuestros números con los ojos muy abiertos, y comprobamos, atónitos, que no nos coincide ni uno.

Es entonces cuando decimos eso de "SALUD que tengamos, que hambre no nos ha de faltar..."
Luego ves esos reportajes de televisión con la gente saltando, agitando botellas de cava y tirándolo al aire o a la cabeza de alguien, y nosotros nos quedamos, quietos en nuestro sofá, mirando con cara de gilipollas esas escenas sin mover ni un solo músculo.

Y volvermos a pensar sin decirlo: "SALUD que tengamos, que hambre no nos ha de faltar...¡¡mecagüenlalecheputa¡¡"

En fin, lo dicho: SALUD. Otro año será. ¿O tampoco?.

Y encima sigue lloviendo y se me sigue mojando la techumbre de madera que me han puesto en mi nueva casa....Y tal y como está el tiempo, además, sin poder salir con la moto. Sólo me falta quedarme preñao...

Felices Fiestas y Próspero Año 2008

Feliz Fin de Semana.

viernes, 21 de diciembre de 2007

Pito, pito, gorgorito...

Y sigue lloviendo.

Toda la santa noche lloviendo. Me he despertado a las ocho y media y he comenzado a oír el ruido de la lluvia contra el tejado de mi casa, ruido de agua bajando por las canales, ruido de las salpicaduras de las ruedas de los coches al pasar bajo mi ventana...Y la madera de mi buhardilla soportando el agua.

Desde hace más de cuatro meses sin caer ni una sola gota del líquido elemento y no hago más que poner el tejado de madera en mi casa y justo, al día siguiente, comienza a llover y se pega, din dejar de hacerlo, va para tres días...¡¡con dos cojones¡¡

Esta mañana y siguiendo con el tema de mi problema de vesícula, hemos ido mi señora y yo al hospital, a la consulta con el cirujano, en este caso, cirujana, para que me viera el tema y me dijera qué es lo que tenía intención de hacer.

En un principio me dijeron que no sabían, a ciencia cierta, qué es lo que me afectaba.
Al poco tiempo y tras muchos análisis y pruebas de laboratorio, que ya parecía yo más un ratón colorado que una persona humana, me dicen que puede que sea problemas de vesícula pero que lo tenían que confirmar porque no lo veían demasiado claro.

Después me dijeron, afinando la cosa, que sí, que era vesícula y grasa o cristales de grasa en la propia vesícula, y que fuera comidas con grasa, fuera bebidas alcohólicas y, como en la serie esa del "Ulises" de Antena 3: ¡Paracetamol y mucha agua¡

Después volvieron a decirme que no, que no era vesícula, sin descartar que hubiera algo de grasa en la misma, y que el tema eran nervios en el estómago. Yo, ese día, empecé a perderme.

Voy en el día de hoy a la cirujana y me dice que es colesterol en la vesícula mezclado con algo de tensión o estrés y nervios al estómago y para lo cual, aparte de la medicación que ya llevo, me ha recetado un tranquilizante, y lo más bonito: me ha emplazado para dentro de tres meses y medio, cuando a mí me vienen dando los cólicos prácticamente cada diez días.

¿Y mañana?, ¿qué me dirán mañana?, ¿que es una inflamación testicular y cuya hinchazón me produce el cólico trapero que de vez en cuando me hace ver las estrellas? ¿Me dirán, acaso, que son atascos de las glándulas suprarenales o intrauterinas mezclados con espasmos cardiológicos como consecuencia del cerumen de las orejas producido por el polen de la margarita y el romero de monte?.

Cuando yo era más joven que ahora, y de eso ha llovido algo más de lo que ha caído en estos tres días de lluvia continuada, había un juego en el que se cantaba una cancioncilla que decía algo así: "Pito, pito, gorgorito, dónde vas tú, tan bonito...". ¿Trabajarán así los médicos de la Inseguridad Insocial?.

Visto lo visto y oídas las partes tanto contratada como contratante, mucho me temo que casi sí.

Miedo me da el pensarlo tan siquiera.

Como le dijo el cojo al ciego: "Andaremos y veremos..."

Felices Fiestas.

Feliz Fin de Semana.

jueves, 20 de diciembre de 2007

Las Navidades...

Ya hemos empezado a enviar postales de Navidad. Felicitaciones, buenos deseos, ilusiones, esperanzas, reuniones, cenas, comidas, regalos, familia, amigos, indigestiones, colesteroles varios, tensión por las nubes, arrepentimientos, promesas de no volver a pasarnos...

Tengo a mi izquierda, junto al teclado del ordenador, un buen montón de sobres con sus correspondientes postales navideñas dentro. Todas escritas y firmadas. Sólo falta pegar la solapa trasera de los sobres y depositarlos en correos.

Y todo eso sin contar las postales electrónicas que todos los que usamos internet solemos enviar a nuestros conocidos, familiares, amigos y no tan amigos. Y lo que todos hacemos al enviar este tipo de postales es buscar algún portal, desconocido para la mayoría, donde podamos encontrar esa postal divertida y rara, curiosa y poco vista, con el único fin de demostrar, al que la recibe, que somos mejores que él buscando postales en internet.

Estas fiestas es lo que tienen: mucho de bombo y platillo, mucho de aparentar y expresar y, creo yo, poco de VERDADERA (con mayúsculas) sinceridad.

Cada vez oigo a más gente decir que estas fiestas son las que menos les gustan del año. A mí, de todos modos, me encantan, y cuando escribo una postal a un conocido, amigo, familiar, etc, lo que le pongo en su interior lo siento realmente. Y si no lo sintiera, juro por lo más sagrado que me ahorraría la postal.

Está lloviendo. Llevamos dos días con nieblas nocturnas y lloviznas diurnas. La obra de mi casa, parada. La madera que me he puesto en el techo de la buhardilla, totalmente mojada. Mi señora, cada vez que ve desde la ventana de nuestra cocina la madera mojada de la obra, se pone enferma. Y yo me pongo enfermo de verla a ella enferma. De modo que llevamos dos días enfermos los dos. Creo que mañana saldrá el sol, al menos eso es lo que le digo a mi señora para tratar de curarle su mal. Y de paso, el mio.

Felices Fiestas.

Feliz Fin de Semana.

sábado, 15 de diciembre de 2007

¡¡¡GUAU...¡¡¡

Anoche vino mi cria de La Capital para pasar el fin de semana con sus queridísimos padres. La fuí a buscar a la parada de autobuses y la traje con el coche: hacía demasiado frio como para dejar que viniera, la pobre, andando y arrastrando la maleta con ruedas.

Después y a eso de las diez de la noche nos fuimos a cenar con un matrimonio amigo a un restaurante cercano: ¡¡hasta las dos de la madrugada de hoy estuvimos entre la cena y la sobremesa¡¡. Perfecto todo.

En los postres se nos acercó el dueño del restaurante con una botella de cava en una mano y una cubitera con hielo en la otra:

- Regalo de la casa. ¿La pongo dentro de la cubitera aquí mismo? -dijo señalando un extremo de la mesa.

Nos miramos los cuatro.

- ¡Ponla, ponla...y muchas gracias...¡

Entre la excelente comida, el cava, los cafés, un par de copas cada uno que tomamos después y los chistes y anécdotas...¡ las dos de la mañana ¡

Bueno, y hoy, a las nueve, ya estaba yo sobre la moto dirección a un restaurante donde había quedado con unos amigos. Unos sesenta kilómetros separan ese restaurante de mi casa. La temperatura ambiente según el termómetro de mi moto: ¡¡ -5 grados ¡¡. Como para ponerse en mangas de camisa a lucir músculo.

A unos treinta kilómetros de casa, tenía los dedos completamente helados. He tenido que parar en un bar de carretera para tomarme un café y coger la taza con las dos manos tratando de que reaccionaran y procurando que no me saltaran los dedos en mil pedazos. ¡¡Virgen del Amor Hermoso...¡¡

He llegado al punto de reunión justo en el momento en el que mis amigos bajaban de sus monturas y comenzaban a quitarse los guantes. Les he soltado, riendo:

- ¡Cuidado, no tiréis con fuerza no vayáis a sacar el guante lleno de dedos...¡

Todos decían lo mismo: los dedos helados. El cuerpo, como si nada, pero los dedos estaban, exagerando bastante, a punto de congelación con lo que la amputación de los mismos estaba al caer.

Después del almuerzo, de las fotos, de los chistes, de los comentarios jocosos, de las previsiones que tiene el club, del replanteo de nuevas y próximas salidas, etc, etc, nos hemos despedido con un fuerte abrazo y cada uno a su casa.

Ellos han seguido hasta La Capital y yo, en solitario, a Mi Localidad.

Día para contar. Anécdotas para recordar. Vivencias para tener en cuenta. Experiencia que nos enseña y cuyas enseñanzas no se olvidan. Renovación de amistades. Consolidación de viejas amistades. Confraternización y buen ambiente entre las personas que, en definitiva y a la postre, es de lo que se trata.

Ahora, en casa y calentito, recuerdo la experiencia del día y contemplo en la pantalla de mi ordenador las fotos hechas: Gracias, amigos, por vuestra compañía y vuestra amistad.

Mi hija ha salido a dar una vuelta con las amigas.

Mi señora está pintando en su estudio.

Yo me siento feliz, contento y satisfecho.

Feliz fin de semana.

viernes, 14 de diciembre de 2007

La botella medio llena...

En efecto, tal y como pensaba, anoche me llamaron mis hijas para felicitarme por mi cumpleaños o, mejor dicho, por la pérdida de uno de los años que me quedaban por vivir.

A eso de las nueve de la noche suena mi móvil y el número que se reflejaba en su pantalla me indicaba que era mi hija pequeña:

- Feliiiiizzzz, feliz en tu díaaaa.... -me canturreó de inmediato como primera respuesta a mi saludo inicial.

Después estuvo un rato partiéndose el culo por la risa pero, a mí me emocionó el ver cómo la hija se acuerda del cumpleaños del padre y cómo le tararea, al oido, una canción conmemorativa de tal evento.

Estuvimos hablando un poco y al final se despidió diciendo que se tenía que marchar porque llegaba tarde a sus clases de mantenimiento del gimnasio al que va todas las tardes.

Mi hija la mayor no estaba en casa, pero a las once de la noche volvió a sonar mi teléfono de nuevo y, en esta ocasión, era la otra hija la que me felicitó por la pérdida de uno de los años que me quedaban por vivir.

Reconfortan estas cosas. Yo lo sé por mis padres y lo sé ahora por mí, por padecerlo en carne propia.

Estas pequeñas alegrias que te proporcionan los hijos, en mi caso mis hijas, me compensan de todos los problemas que te hayan podido ocasionar a lo largo de toda su existencia. Con cualquier cosa, los padres nos sentimos pagados. Con cualquier detalle, por pequeño e insignificante que parezca, a los padres nos parece el mejor y mayor regalo que hacérsenos pueda. Esas simples llamadas, esas palabras dichas con todo el amor al oido, esa canción tarareada a través de un móvil, esas palabras de buenos deseos y de felicitación, para mí suponen el mayor de los regalos que pudieran hacerme mis hijas. Todo lo demás sobra. Me basta con su amor, con su sonrisa, con sus buenos deseos...

He perdido uno de los años que me quedaban por vivir, pero anoche engordé varios kilos, de satisfacción y orgullo, tras las dos llamadas que con más deseo estaba esperando recibir: las de mis dos hijas.

Esta noche nos vamos a cenar con un matrimonio amigo a un restaurante para celebrar esa pérdida del año.

Y esta tarde viene también, a pasar el fin de semana con nostros, mi hija pequeña.

Estoy contento y lleno de orgullo. En estos momentos, la vida me parece bella y estoy viendo la botella del alma medio llena de ilusiones, esperanzas, amor y ganas de vivir.

Feliz fin de semana.

jueves, 13 de diciembre de 2007

Un año más...

Hoy he cumplido un año más.

Igual me da...

Quiero decir que, realmente, cada segundo que pasa en la vida de una persona se está cumpliendo un año más, por tanto, el hecho de decirlo en un día en concreto dentro de 365 días no me dice nada ni me pone realmente cachondo.

En este preciso segundo de mi vida estoy cumpliendo un año en relación al mismo segundo de hace un año...Y ahora estoy cumpliendo otro año...y ayer cumplí nuevos años...cada segundo que pasa estoy cumpliendo un año más de vida en relación al mismo momento de mi vida de hace un año, por tanto, estoy en un constante celebrar años.

Entonces, cuando algo se hace tan súmamente repetitivo, ¿dónde está la ilusión del acto, la alegria, el motivo por el que celebrar algo?

Encima y con todo, como tengo esos problemas de vesícula que cualquier día de estos se me llevan al hotel de los callaos, pues no puedo comer según qué cosas, y para celebrar, mi señora y yo, mi cumpleaños, lo único que hemos hecho ha sido darnos cuatro besos y para postre, en la comida, unos pastelitos especiales que me ha traido.

Y ya por la tarde y para seguir con el tema de la celebración cumpleañera me he ido, yo solito, con mi moto a hacerme unos 135 km., con unas temperaturas de 3 grados, ausencia total de viento y un cielo azul, limpio, sin nubes..."Feliz cumpleaños", me ha dicho mi moto cuando me ha visto entrar en mi cochera. Le he dado un cariñoso golpecito en el puño del acelerador, sonriéndole, y la he arrancado para que se fuera calentando mientras me ponía mi ropa motera.

Me han llamado algunos familiares por teléfono para felicitarme. Algún amigo, mis padres...espero que esta noche, a última hora, me llamen mis hijas...y mañana por la noche, por aquello de no poder hacerlo hoy por temas de trabajo, familiares, etc, nos iremos con una pareja de amigos a cenar por ahí, a celebrar mi cumpleaños y a tomar un par de tragos pero, eso sí, cuidando qué como y qué bebo porque luego viene San Pedro con la rebaja y me da el típico toque doloroso que hace que me acuerde hasta de los abuelos del susodicho San Pedro.

Pues eso, que un año más. ¿O debería decir un año menos?.

Si nos fijamos en que cada uno tiene su Destino marcado en esta vida y en este mundo, y si nos fijamos en que eso quiere decir que, aunque no lo sepamos, cada uno tenemos marcados nuestros años justos de vida en el Planeta Azul, realmente hoy no tengo "tantos años", hoy YA NO TENGO "tantos años" porque esos años YA los he gastado. Los que realmente TENGO son los que me quedan por vivir. Esos son los años que tengo y los que me quedan por gastar. Y eso quiere decir que cada año que cumplimos no tenemos un año más: ¡¡TENEMOS UN AÑO MENOS¡¡

¿La botella medio llena o medio vacía? Normalmente yo soy de los que la ven siempre medio llena, pero hoy, no sé por qué razón o motivo, parece que la estoy viendo medio vacía. ¿Será la edad?

Me están terminando de poner las vigas de madera en la buhardilla de mi nueva casa. Va a quedar una casa preciosa. Y la terraza porticada que me voy a hacer en la misma buhardilla, con un alero precioso bordeando toda la terraza, haciendo esquina y dando a dos calles, y con todas las vigas viéndose desde abajo, va a dar que hablar. Puede que más de uno le haga alguna que otra foto, estoy convencido.

Mientras escribo, sigo escuchando música.

Y ahora, tras acabar este escrito, me voy a leer un rato hasta la hora de cenar, tranquilamente sentado en mi sillón favorito, junto a una lámpara de pie y con mis pies, descalzos, apoyados en un pequeño taburete coronado con un pequeño cojín.

Feliz cumpleaños, me autodigo.

Feliz fin de semana.

lunes, 10 de diciembre de 2007

Quien evita la ocasión...

...evita el peligro.

Y digo esto a raíz de la noticia aparecida en la prensa de un doble tiroteo en dos centros religiosos de EEUU con un saldo de dos personas muertas, asesinadas.

El país de la Estatua de la Libertad dicen que es el más liberal o libre del mundo, el más demócrata, el que ofrece mayor cantidad y posibilidades de que cada uno haga y diga lo que quiera. Yo lo pongo bastante en duda. Pero para gustos, los colores.

No obstante, algunas de sus "libertades" son las que originan y causan crímenes, asesinatos y problemas a la sociedad como el que comentamos aquí de los tiroteos en centros religiosos o, como en otras ocasiones, escuelas, universidades, grandes centros comerciales, etc, etc.

La libertad hay que saber administrarla muy bien porque corremos el riesgo de transformala en libertinaje.

Y si damos la libertad de que cada uno se compre un fusíl ametrallador, un lanzagranadas, una pistola 9 m.m., un rifle con mira telescópica y mil tipos de armas más, corremos el riesgo, como estamos viendo, de que esas armas las compre un desequilibrado, un loco, un visionario, un demente, un iluminado, un terrorista, un asesino en serie o múltiple y acabemos todos como estamos viendo que se acaba, es decir, con varias personas asesinadas y con sus cuerpos ensangrentados y tirados por el suelo de cualquier sitio. Y la vida de una sola persona vale mucho más que nuestro derecho a comprar un rifle con mira telescópica.

Si evitamos la ocasión evitaremos el peligro. Prohibamos la venta libre de armas y evitaremos, por lo menos en un porcentaje muy alto, situaciones de este tipo.

Siempre habrá un iluminado que, aun con la prohibición de la venta de armas, conseguirá por cualquier método un rifle con mira telescópica y acabará haciendo lo que acaban haciendo estos últimos asesinos demenciales y desequilibrados, pero por lo menos, no les pondremos tan a la mano, tan a punto y tan súmamente fácil la posibilidad de adquirir un arma que, en sus manos, acaba haciendo lo que acaba haciendo, es decir, asesinar a personas inocentes destrozando, de ese modo, vidas y familias enteras.

La libertad está muy bien, pero un exceso de libertad puede llevar a situaciones de este tipo. La libertad de mi vecino acaba donde empieza la mia, y la mia acaba donde empieza la del vecino. Ni que me guste ni que no, hay terrenos en los que yo no puedo entrar, y ese mismo pensamiento se lo tiene que aplicar mi vecino.

Pero esas ideas las puede entender una persona de las llamadas normales, pero no creo que las entienda ni que las acepte una persona desequilibrada, loca, demente, visionaria, iluminada...esa persona actuará según sus visiones, según sus propios intereses o apetencias, sin preguntar, sin pensar y sin saber si hace bien o mal. Símplemente siguiendo su instinto animal, y esos instintos animales llevan a situaciones totalmente imprevisibles como estamos viendo últimamente con demasiada frecuencia con estos asesinos de gente en centros universitarios, escuelas, centros comerciales o, como ayer, centros religiosos.

Y yo, hoy por la mañana, sigo escuchando música clásica, en este momento y concretamente, la "Rhapsody in Blue", de George Gershwin.

Feliz semana.

domingo, 9 de diciembre de 2007

Sonata para piano nº 14...

Hoy hace frio.

Hace un viento un poco desapacible y las nubes, como pequeñas islas blancas, pasan por el cielo a gran velocidad.

Desde la ventana de mi casa veo en la calle alguna bolsa de plástico blanco revolotear sin orden ni concierto, subiendo, bajando, desplazándose hacia adelante, hacia atrás, como un agujero blanco recortado contra el asfalto gris de la calle.

Y he leído...

He leído, junto al sillón que tengo pegado a una lámpara de pie, durante más de dos horas, con los pies estirados y apoyados, descalzos, sobre una banqueta coronada por un pequeño cojín color carne.

Y ahora, mientras escribo estas mis últimas vivencias, escucho música de Beethoven, concretamente la "Sonata para piano nº 14 - Claro de Luna", una música que me transporta y me eleva, que me hace olvidarme de todo y de todos, que me hace imaginar el piano delante de mis ojos mientras sus teclas, las blancas y las negras, se hunden ellas solas, sin dedos que las toquen, produciendo los arpegios sonoros que sólo el insigne sordo fue capaz de crear.

Y cae la noche.

Y sigo sintiendo el viento contra los cristales de mi ventana. Y sigo viendo en mi imaginación esa bolsa blanca de plástico revoloteando sin orden ni concierto sobre el asfalto gris de mi calle.

Y sigue sonando Ludwing Van Beethoven.

Y yo sigo soñando y viviendo con su Sonata para piano nº 14, con su Claro de Luna...en esta tarde desapacible y otoñal del mes de diciembre.

Feliz Semana.

sábado, 8 de diciembre de 2007

La tranquilidad hecha pueblo...

Esta mañana me he ido con la moto a dar una vuelta por ahí.

Algunos de los componentes de mi club, con sede en La Capital, habian quedado en venir cerca de Mi Localidad. Hacia ese punto de destino me he encaminado, pero allí no había nadie. He ido a un monasterio cercano por ver si lo estaban visitando, y tampoco. Había muchos coches de gente visitando el monumento pero motos ni una.

Ya de vuelta me he metido en un pueblo que me quedaba a la derecha de la carretera, en lo alto de un pequeño montículo.

Al llegar a la parte alta del pueblo donde se suponía que estaba la Iglesia parroquial, con su torre y unos nidos de cigüeñas que se veían junto al campanario, me he encontrado con el hecho de que el pueblo estaba en fiestas: toda la gente ataviada con trajes regionales, la plaza de la iglesia llena de gente, bueno, es un decir, porque el pueblo no tiene más de 70 habitantes y creo que estaban todos en la plaza y dentro de la iglesia.

La Guardia Civil también estaba en la plaza. Niños y niñas revoloteando por entre las pocas personas que "llenaban" la plaza.

Me he metido en la iglesia, de cuyo interior entraban y salian personas constantemente y me he encontrado con una iglesia realmente pequeña y, claro está, llena de gente. Pero llena con algunas treinta o cuarenta personas a todo tirar, algunos de los cuales iban, como he dicho antes, ataviados con sus trajes regionales y haciéndose fotos junto a una figura puesta sobre una peana y que imagino sería el santo patrón de la localidad.

Con tan pocas personas en todo el pueblo las fiestas no pueden ser muy multitudinarias. Son cien por cien participativas, eso sí, porque si en el pueblo viven 70 personas creo que estaban las 70 personas en la plaza, unos en la misma plaza hablando entre ellos formando varios corros de gentes y el resto en el interior de la Iglesia.

En esos sitios, en esos pueblos tan súmamente pequeños y tranquilos, creo que la paz, la serenidad, la apacible tranquilidad y la relajación del espíritu tienen que estar a la orden del día. Ni nervios, ni prisas, ni malos rollos, ni estrés, ni corre corre que te pillo, ni grandes distancias, ni tiempo perdido entre el ir y el venir, ni largas esperas...Todo reducido, pequeño, coqueto, íntimo, familiar, conocido...En cierto modo son sitios para envidiar. Tienen sus carencias, lógicamente, carencias del tipo médico, de servicios, de variedad, de esparcimiento y divertimento, pero uno se acostumbra a todo y a veces vale más la calidad de vida en cuanto a tranquilidad, paz, sosiego y felicidad se entiende que el hecho de tener cerca o lejos de casa miles de lugares de ocio y esparcimiento a los que acudir, pero siempre deprisa, siempre corriendo, siempre esperando, siempre invirtiendo horas y horas.

Y por las noches, el silencio total. Eso hace ya mucho que yo no lo saboreo.

Que cada cual escoja y elija el tipo de vida que más le interese. Yo creo que un lugar, no tan tranquilo como ese que he visto pero sí uno que tenga los mínimos servicios sanitarios y de esparcimiento y que a la vez reuna parte o gran parte de la tranquilidad del lugar que he visitado, sería lo ideal.

Mi Localidad es algo parecido a ésto último que he esbozado: aquí tenemos de todo pero a la vez estamos muy tranquilos realmente. Las distancias son todas cortas, de hecho, de punta a punta de Mi localidad, andando, no creo que haya que invertir más de veinticinco o treinta minutos.

Y tenemos de todo: hospitales, bares, servicios de todo tipo, polígonos industriales, polideportivos, pistas de atletismo...y por la calle se puede andar sin prisas, sin empujones, sin aglomeraciones...y por la noche, no un silencio sepulcral como el que creo que deben de tener en el pequeño pueblo visitado, pero sí bastante callado: apenas el ruido de algún coche pasando por debajo de mi ventana pero, muy de tiempo en tiempo. Y eso es calidad de vida. Y esa calidad de vida, me encanta. Y esa calidad de vida me gusta. Y esa calidad de vida es la que te hace hinchar el pecho al respirar mirando al cielo azul o mirando hacia el exterior donde se adivinan y se ven los campos, el mundo abierto, la tierra de labor, los árboles de todo tipo, los campos cultivados, las aves sobrevolando de un árbol a otro...

Por eso sigo aquí. Porque me gusta y porque aquí soy feliz.

Feliz fin de semana.

viernes, 7 de diciembre de 2007

Vaya, vaya con la vesícula...

Bueno, pues me volvió a dar...
Anteayer por la noche me volvió a dar...
A eso de las cuatro de la madrugada me desperté con unos fuertes dolores de estómago. Durante tres horas aguanté y aguanté pensando que se irían pero cada vez eran más fuertes. No me quedó más remedio que llamar a urgencias.
Al cuarto de hora, una chica con chaquetón de estos amarillos y con un pantalón verde y chaquetilla del mismo color hacía su entrada en mi habitación.
Ya sabían de mi problema pues llevo varias visitas con el mismo tema pero no me encuentran nada, y es lo que yo digo:
- No tengo nada pero cada dos por tres tengo un ataque de este tipo que me deja más allá que aquí...¡Algo tendré¡
Bueno, el caso es que como estaba doblado por el dolor, la chica ha mandado una ambulancia para que me llevara al hospital, a urgencias.
Hemos ido mi señora y yo y nada más llegar me han metido con la propia camilla de la ambulancia hasta la camilla donde me han dejado fijo y cual ratón colorado dispuesto a recibir todas las pruebas y experimentos que sean necesarios.
Me los han hecho. Y con todos los anteriores que ya me habían realizado en días anteriores han llegado, ¡¡por fin¡¡ a la verdadera causa de mi problema: ¡¡ Grasa o cristales de grasa alrededor de mi encantadora vesícula biliar ¡¡
Tras estar toda la santa mañana con unas y otras pruebas, con visitas esporádicas del médico de guardia, un chico jóven de unos treinta y tantos años, y con explicaciones cada vez más concretas de todo lo que me habían hecho, de todo lo que me estaban haciendo en el día actual y con todos los resultados contrastados y comentados entre unos médicos y otros, se llegó, como digo, a la verdadera y definitiva causa del problema, causa que ya intuían pero de la que no estabn seguros...¡¡ahora sí¡¡: cristales de grasa o grasa en sí, para entendernos, alrededor de mi encantadora y nunca bien ponderada vesícula.
Una sóla palabra le solté al médico jóven:
- ¿Solución?
- Dos: Si con tratamiento de protectores de estómago y antiinflamatorios de la vesícula y con una dieta nula en grasas conseguimos adormecer esos ataques que te dan, esos cólicos, aguantaremos entonces hasta que te visite el cirujano que es quien en última instancia va a decidir qué hacer contigo. Esa visita al cirujano vamos a intentar que sea con caracter de urgencia, antes de Navidad. Y la segunda solución es que si antes de esa visita te vuelve a repetir un sólo ataque, entonces te cogeremos y te meteremos directamente a quirófano para extirparte esa dichosa vesícula...antes de Navidad, por supuesto.
- Joer, pues me dejas mucho más tranquilo...Resumiendo: que antes de Navidad o sigo bien pero ya con el veredicto del cirujano que casi con total seguridad será quitar la vesícula pero en vista de que voy aguantando lo hará, casi seguro, después de estas fiestas, o me agarráis de las pelotas y me metís en la sala de operaciones...antes de Navidad.
- Exacto. Ese es el tema -el médico, sonriendo y afirmando con la cabeza mientras seguía sentado en el borde la cama en la que en ese momento me encontraba totalmente relajado tras las distintas pruebas y análisis de todo tipo que me habían hecho a lo largo de toda la mañana. El dolor me lo habían quitado, nada más llegar, poniéndome un gotero cuya aguja me habían clavado y sujetado al dorso de la mano.
Después me dijo que me iban a dar de comer para ver cómo toleraba la comida y que si, tras un rato, yo seguía bien, me daría el alta, cosa que ocurrió a eso de las dos de la tarde puesto que la comida, como le dije, la iba a tolerar perfectamente bien.
Me dió unas recetas, unos consejos y mi señora y yo, sin coche, tuvimos que tomar un autobús hasta casa..
Esta noche pasada, cuando me acosté, lo hice con un miedo terrible de que se volvieran a repetir los ataques y tuviera que volver de urgencias al hospital, cosa que me había dicho el médico que, si ocurría, no me lo pensase y fuese directa y rápidamente al hospital.
Pues he dormido como un niño pequeño con los puños apretados. De un tirón, descansando realmente puesto que la noche anterior no pegué ojo y padecí bastante. Me he levantado totalmente repuesto y con algo de esperanzas en el ambiente. A ver si esto dura y puedo llegar con bien hasta el día de la visita del cirujano.
Anoche me llamó mi cria, la pequeña:
- ¿Dónde habéis estado todo el día que no he parado de llamar a casa y no contestáis...?
Le comentamos el caso. Yo la ví preocupada. Preguntaba constantemente que qué problema podría haber, que qué era eso de la vesícula, que qué pasa si te la quitan, que si eso es grave, que qué tipo de mal es ese...
- Tranquila, hija, que no pasa nada, que no es nada...
Yo sé que mi cria, con lo sentida que es y con lo que le afectan estas cosas, no está del todo tranquila. Hasta que no me vea hablar, contar chistes y relatar mis aventuras moteras no se quedará tranquila.
Y hablando de motos: Esta mañana me he ido a dar una vuelta con mi moto. He querido relajarme un poco, abandonar esa tensión de las enfermedades, de los problemas, de las horas y horas dándole vueltas a la cabeza, del qué tendré y del qué será, del me dolerá esta noche o no me dolerá...Volviendo, en un cruce justo en la misma entrada de Mi Localidad, había una buena fila de coches y varios motoristas de la Guardia Civil de Tráfico parando a unos, dejando pasar a otros, algunos de ellos escribiendo...a mí me han dejado pasar sin decirme nada. Justo al coche que llevaba detrás mio he visto cómo le indicaban que se echara a un lado de la carretera...
Feliz Puente de La Constitución.

lunes, 3 de diciembre de 2007

Ayer, un buen día...

Ayer fue un buen día, muy bueno diría yo.
Por la mañana y a eso de las nueve y media de la mañana ya estaba yo sobre mi moto dirección a una localidad cercana a la mía donde había una concentración de motos, almuerzo de huevos fritos con jamón, vino, gaseosa y café incluido, viejos reencuentros, contemplación de algunas máquinas de infarto, charrada con los viejos amigos y encuentro con algunos de los miembros de mi club que también acudieron desde La Capital.
Tras los abrazos y saludos con los conocidos, el almuerzo, las fotos, las charradas y las despedidas, los miembros de mi club y yo nos fuimos, a buena velocidad, a una localidad distante unos 80 km. del punto del almuerzo, a ver una hospedería de montaña, aislada de todo y de todos, pero perfectamente acondicionada y aclimatada para pasar allí un buen fin de semana con los amigos: grandes salones todos de madera, varios fogones rodeados de sofás dispersados por el centro del ámplio salón, rincones de lectura y televisión, grandes balconadas...precioso. Y todo ello rodeado de altas sierras de piedra caliza y de una carretera totalmente llena de curvas y bordeada de rocas y árboles: ¡Un paisaje para perderse¡
La idea era hacer allí una de las varias concentraciones que nuestro club hace a lo largo del año. Lo vimos todo. Nos lo enseñaron todo. En fin, que ya veremos.
Tras tomarnos allí unas cervezas volvimos a subirnos todos a las motos (nueve motos en total) y nos fuimos a otra localidad, distante de la hospedería unos 10 km, a comer.
Aparcamos en la plaza del pueblo, una localidad de unos 1000 habitantes y donde apenas se veía a nadie por las calles: unas calles totalmente empedradas, con grandes y antiguas casonas, con unos enormes portalones, escudos heráldicos, antiguas indicaciones de caserones, negocios, callejones....Y allí, en una casa totalmente de piedra, antigua, y amorosamente restaurada por dentro y con un cuidado y un gusto exquisito, entramos a comer: La comida, abundante, variada, perfectamente presentada y deliciosamente cocinada, y el precio, tras los postres, cafés, etc, tirado por el suelo. Nos quedamos todos asombrados de lo económico del banquete. Uno de la cuadrilla, en tono de broma, le dijo a la chica que nos servía y que nos trajo la cuenta:
- Bueno, esto es lo que pago yo por lo mio pero, ¿y estos...?
Y la chica, sonriendo, sólo dijo:
- Eso es lo de todos, caballero...
Salimos y nos dimos una vuelta por la localidad, hablando con algún paisano que encontramos en la calle, haciendo fotos a algunos edificios y, siendo ya hora de volver a montar en nuestras motos, volvimos a subirnos en ellas y, a una velocidad algo alta para mi gusto, dado que las carreteras estaban muy húmedas y podría haber posibilidad de patinazo en alguna de las muchísimas curvas por las que atravesamos, nos dirigimos a casa.
Yo llegaba a mi casa pasadas las siete de la tarde, noche cerrada, realmente cansado, y con una temperatura que había comenzado a bajar y cuya caricia se dejaba notar ya en las puntas de los dedos, aun llevando buenos guantes.
Cansado como estaba, a las nueve de la noche cené un poco, no demasiado, y tras hacer algunos trabajos que tenía pendientes en mi ordenador, cosa de una hora, me fuí a la cama a descansar, cayendo cual pesado fardo y sin levantar ya la oreja de la almohada hasta esta mañana a las nueve y media.
¿Lo bueno y positivo de todo lo de ayer?: La relación con los amigos, el ambiente, la camaraderia, la buena relación con todos, la mano en el hombro del amigo, la sonrisa, los chistes y el magnífico ambiente, la alegria de vivir de todos, el recuerdo de algunos compañeros, la sana relación, la ausencia de malos pensamientos, de envidias, de odios, de malas leches...el amor entre todos, en definitva, y las enormes ganas de vivir de todos y todas.
¿Hay algo más bonito que una buena comida de once amigos y amigas alrededor de una gran mesa en un comedor chiquito y con un buen fogón, una comida sin ningún tipo de prisas, rodeada de una comida excelente y un ambiente mejor todavía, totalmente relajado y distendido y donde lo único malo es la separación, al final de la jornada? Y si todo eso lo adornas con la guinda del paseo en moto por unos paisajes con cien mil curvas y bordeados de altos riscos de piedra y miles de árboles por todos lados, entonces ya....te puedes morir.
Me voy a lavar la moto.
Feliz semana.

viernes, 30 de noviembre de 2007

Libres pero presos


Como predije ayer, hoy ha hecho un día magnífico. Precioso. Diez grados de temperatura a las dos de la tarde y muchas ganas de subirme encima de la moto.


Pensado y hecho. A las dos y cuarto ya estaba con mi moto por la carretera, bien equipado por un por si acaso y zumbando a buen ritmo por encima del gris asfalto.


No obstante se notaba algo de fresco en el cuerpo, pese a ir bien protegido, bien tapado y perfectamente pertrechado por eso, en un sitio de la carretera que se ensancha y sobre el que han construido un mirador para ver las aguas de un pantano, allí me he parado.

El calorcillo del ambiente, sin ese aire que te golpea en el cuerpo cuando vas zumbando sobre tu moto, se agradecía doblemente. Apetecía muy mucho estar sentado en el citado mirador, viendo las tranquilas aguas del pantano y sintiendo en el cuerpo la suave caricia del casi vergonzoso sol.
Más de media hora he estado allí, calentándome como las lagartijas al sol, como los cocodrilos con la boca abierta en las arenas de las orillas del río, cual serpiente a la entrada de su selva amazónica.

Allí he fotografiado unas alambradas que había y que me han sugerido la idea de que todos, absolutamente todos, estamos presos. Estemos donde estemos, vivamos donde vivamos y disfrutemos de la condición civil que disfrutemos. Me da igual. Todos estamos presos.

Los que realmente están presos, porque no pueden abandonar el sitio en el que se encuentran, y los que estamos en la calle, porque no podemos abandonar el sitio en el que nos encontramos, más o menos grande en comparación con el sitio del que "disfrutan" los que están en las cárceles, pero un sitio al fin y al cabo y un sitio del que no te puedes escapar.

El que está en la cárcel va, de la celda al patio, del patio a la lavandería, de la lavandería al comedor y del comedor a la celda.

El que está fuera y como consecuencia de sus obligaciones familiares y laborales, no puede separarse demasiado del centro en el que vive, y va, de su casa al trabajo, del trabajo a casa, de casa al bar de la esquina, del bar de la esquina a por tabaco y del estanco a casa de nuevo. Y mañana vuelta a repetir.

¿Eso último es libertad?

A eso último le llamamos LIBERTAD, que es muy distinto.

Por eso digo que tanto los que están en cárceles, presos realmente, como los que estamos fuera, presos de nuestras circunstancias, todos, en definitiva, estamos apresados en este mundo, unos más contentos que otros pero todos presos, en definitiva.

Y la liberación a esa prisión eterna tanto de unos como de otros llegará cuando...

Esta noche tenemos cena con los amigos, aquí, en un restaurante que no está ni a cien metros de mi casa. Muchos presos en sus cárceles seguro que andan distancias mayores para ir de su celda al patio. ¿Quien está más prisionero de sus circunstancias y de su entorno?.

De todos modos, de algo hay que hablar. No me hagáis demasiado caso.

Feliz fin de semana

jueves, 29 de noviembre de 2007

Sí pero no...

Esta tarde he visto las noticias de los telediarios y después me he dicho:

- Voy a dar una vuelta con la moto, que hace días que no la toco...

Pues no. No ha habido tal vuelta.

He salido a mi terraza, barómetro térmico donde los haya, y tras sentir en el cuerpo el frescacho que hacía en el ambiente y la ligera brisa que venía del oeste con ese sol medio aletargado y casi sin fuerza, me he girado hacia la pared donde tengo puesto el termómetro, esa varilla de mercurio que, aparte de la sensación de frio o calor transmitida por mi cuerpo, es quien mejor me indica la temperatura ambiente: seis grados así como quien no quiere la cosa. Y seis grados, según cómo tengas el cuerpo y según cómo te pille la moral que en ese momento te domine, son muy pocos grados para subirse uno en una moto y meterle caña por esas carreteras de Dios.

Y que conste que con ocho grados bajo cero y con una niebla que no se veía a treinta metros de distancia yo he ido sobre mi moto. Pero una cosa es que te pille la niebla, que no el frio, y que tengas que conducir en esas condiciones mencionadas y otra, muy distinta, que tú te busques el problema del frio, que no de la niebla, estando como estoy en casa tan rícamente.

Bueno, espero salir mañana. Si los del tiempo no se equivocan, cosa que dudo, mañana tiene que hacer un día algo mejor que hoy. Y he de salir porque quiero calentar un poco las ruedas de la moto y mover un poco los aceite para su engrase y perfecta lubricación porque el domingo tengo una salida de más de 500 km. con unos compañeros de mi Club, y a esa salida no me puedo negar a ir ni alegar que hace frio o decir que el sol no calienta lo suficiente. Ya estoy inscrito a la susodicha salida, de modo que el domingo, si no se cambian los planes o si algo no se tuerce, salida al canto.

Y cambiando de tercio como en los toros, decir que ayer estuve algo delicado, con una indigestión que me pilló que casi me voy al barrio de "los callaos".

Tenía una reunión con la junta directiva de la asociación a la que pertenezco y no pude ir. Llamé al presidente y le dije:

- Ya podéis empezar la reunión sin mí porque he tenido que venir al hospital, a urgencias, y no voy a poder llegar a tiempo. Todavía estoy esperando aquí a que me den los resultados...

Ahora ya estoy bien. Yo no entiendo estas chorradas de "ahora estoy bien y, de repente, estoy más allá que aquí...". En media hora pasas del bienestar y de la salud al dolor agudo, al sudor frio, a la desesperanza y al "¡...pero qué leches me está pasando...¡"

Me acaba de llamar el presidente preguntado por mi salud.

Ya estoy bien, le he dicho. La prueba está en que he estado en un tris-tras de marcharme con la moto por ahí. Señal de que no estoy muy enfermo. Mejor así.

Feliz fin de semana.

miércoles, 28 de noviembre de 2007

El embrujo de la luna llena...


Muchas veces salgo a la terraza de mi casa a ver la luna llena. Esa callada luz que desde lo alto del firmamento ilumina todo.

Aunque no hubiera farolas en mi calle, aunque estuviera todo totalmente a oscuras, en las noches de luna llena, cuando sale esa moneda plateada a pasearse por la cúpula celeste, iluminaría mi calle con esa claridad plateada y cálida.

Esas personas que van y vienen por mi calle, en dirección a o de espaldas a la luna, seguidas o precedidas por su sombra silenciosa, son las que muchas veces me hacen mirarlas desde la terraza de mi casa mientras dirijo la mirada de sus sombras a la luna, de la luna a sus sombras.

Muchas veces salgo a mi terraza a fotografiarla, como hoy, como en esta noche fria y calma. Otras, sobre todo en verano, saco mis prismáticos y acerco esa gigantesca moneda todo lo que puedo, para ver sus venas, sus cráteres, sus barrancos, sus mares, sus enormes extensiones, su fisonomia facial...

Y pienso que estoy allí estando aquí. Y pienso que respiro allí, sin poder, respirando aquí. Y pienso que la miro desde aquí y que desde allí me miro.

Las noches de luna llena son, realmente, un bonito embrujo.

Y si analizamos todo esto friamente acabamos por pensar que, en realidad y en el fondo, hay tantas y tantas cosas en la vida que son un bonito embrujo...

Feliz semana

martes, 27 de noviembre de 2007

O jugamos todos o...

Desde hace cosa de dos semanas llevan unos señores acondicionando un local de planta baja con unas enormes cristaleras que dan a dos calles, cristaleras que, en negocios anteriores, eran escaparates donde tenían expuesto de todo lo que se ofrecía en el negocio en cuestión.
Hoy ya tenían el cartel puesto en la puerta y sobre una de las dos enormes cristaleras: ¡¡Un bazar chino¡¡, de esos que venden de todo, a un precio realmente asequible pero es que, a los precios que venden no te van a vender jamón serrano, de Jabugo o de Teruel a precio de mortadela.


Tres calles más arriba de donde en estos momentos están preparando este bazar chino hay otro. Y medio kilómetro más arriba y dentro de lo que es el centro de la población, tenemos un tercero.


Esto es una invasión. A mí me parece perfecto que abran tiendas estos señores, como si las quieren abrir cualesquiera otros, siempre y cuando todos tengamos las mismas facilidades, los mismos derechos y las mismas obligaciones, pero es que creo, a tenor de lo que mucha gente dice, que los inmigrantes tienen ciertos derechos a la hora de abrir negocios. Tienen ciertas subvenciones. Tienen ciertas facilidades que no tienen o no tenemos los oriundos, los nacidos aquí, los pura cepa de toda la vida. Y, si eso es cierto, no me parece ni medio bien.


Si esa gente tienen dificultades económicas para montar un negocio y en base a esa cuestión se les ayuda y favorece de alguna manera, yo también puedo tener las mismas condiciones económicas, familiares o de cualquier índole que esos señores, o peores si cabe, posiblemente. Pero siendo, como soy, oriundo del país, me dicen que a mí no me corresponde determinada ayuda, determinada subvención, determinados préstamos. No lo veo justo.


En una localidad como la mia, en muy poco espacio de terreno, tenemos tres bazares chinos, dos de ellos abiertos desde hace algo más de un año y un tercero, el que están abriendo ahora a cincuenta metros de mi casa, a punto de ser inaugurado.


Cuando en una localidad como la mia se han abierto tres bazares chinos, enormes, por cierto, es señal de que las facilidades que tienen han de ser enormes porque pagar el alquiler de un local de esas características ha de ser poco menos que prohibitivo, y en cambio ellos los abren sin ningún problema. ¿No decimos que vienen sin nada y que por eso hay que ayudarles?. ¿De dónde sacan tanto dinero, pues, para pagar semejantes alquileres y montar semejantes negocios?


Si yo quisiera abrir ese mismo negocio que están abriendo al lado de mi casa, en un local tan sumamente grande, con tantas cristaleras y dando a dos calles y con una superficie que puede que salte de los trescientos cincuenta metros, me las vería y desearía para pagar el alquiler. Ahora monta el negocio, efectúa reformas, prepara estanterías, luz, agua, contratos, licencias, permisos....y llena de mercaderias esas estanterias...Para mí, imposible, en un local de esas características. Para ellos, por visto, es lo más normal del mundo dado que, los tres que hay, son de características similares. Algo no me cuadra.


Los derechos y obligaciones, para todos igual. Las ayudas y subvenciones, para todos igual. Y dentro de ese campo de batalla, el que más chufle, capador.


En una carrera de cien metros lisos, todos salen de la misma linea y todos han de llegar al mismo final. Nadie sale diez metros por delante o le dejan parar veinte metros antes de la linea de meta.
Aquí, señores, o jugamos todos o se rompe la baraja. Con el pan de los hijos no se juega y todos compramos el pan al mismo precio.


Se supone que vienen sin nada y que por eso hay que ayudarles. Yo también puedo tener serias dificultades para llegar a fin de mes y también puedo tener un par de hijos a quienes no les doy un capricho ni de coña, y no por no querer sino por no poder. Y el ruido de estómago cuando hay hambre tanto lo pueden tener y oír ellos como yo. Derechos y obligaciones para todos igual.

Lo dicho: o jugamos todos o se rompe la baraja. La ¿justicia?, en este terreno, brilla por su ausencia.


Feliz semana.

En un principio, cuesta...

Llevaba desde el día 8 del presente mes de Noviembre sin escribir nada.
No es que no me sucedan cosas o que no piense en nada en concreto o que no tenga ideas para expresar, es que estoy totalmente liado con temas de mi casa, de mi familia, de salud y de no sé cuantas cosas más que lo único que hacen es preocuparme demasiado y no permitirme el sentarme ni un solo minuto delante del ordenata.
Y la vida pasa, y los acontecimientos se van alejando en la memoria y en el recuerdo y cuando tienes unos minutos libres para poder expresar y comentar algo, resulta que ya ha pasado demasiado tiempo y el tal acontecimiento lo tienes, si no olvidado, sí perdido en la niebla de lo inconcreto.
Y para comentar o relatar algo con poco detalle o poco concreto, prefiero pasar sobre él como por una alfombra, prefiero dejar todo tal cual y pensar que ya vendrán nuevos acontecimientos sobre los que debatir, comentar, o divagar.
Y en esas estamos.
A ver si comienzo a escribir con algo más de asiduidad o no me quedará más remedio que cerrar el kiosco y cerrar la puerta al salir.
Feliz semana.

jueves, 8 de noviembre de 2007

Me auto doy la bienvenida...

Acabo de crear este blog que lo único que pretende es, como indica su título de cabecera, escribir las vivencias, estados, motivos, aventuras, viajes, pensamientos, anhelos, esperanzas, miedos, deseos...vida y muerte en definitiva, de un cincuentón que, como decimos por mi tierra, ya tiene más de la mitad de la cebada comida.

Algo tendré que decir, al fin y al cabo. Tengamos en cuenta que, quiera que no, son muchos los días vividos, muchas las facetas y aspectos de la vida que ya he tocado y, en algunos casos, retocado, y eso da experiencia. Y la experiencia es un grado.

Buenas noches y feliz fin de semana.