lunes, 3 de diciembre de 2007

Ayer, un buen día...

Ayer fue un buen día, muy bueno diría yo.
Por la mañana y a eso de las nueve y media de la mañana ya estaba yo sobre mi moto dirección a una localidad cercana a la mía donde había una concentración de motos, almuerzo de huevos fritos con jamón, vino, gaseosa y café incluido, viejos reencuentros, contemplación de algunas máquinas de infarto, charrada con los viejos amigos y encuentro con algunos de los miembros de mi club que también acudieron desde La Capital.
Tras los abrazos y saludos con los conocidos, el almuerzo, las fotos, las charradas y las despedidas, los miembros de mi club y yo nos fuimos, a buena velocidad, a una localidad distante unos 80 km. del punto del almuerzo, a ver una hospedería de montaña, aislada de todo y de todos, pero perfectamente acondicionada y aclimatada para pasar allí un buen fin de semana con los amigos: grandes salones todos de madera, varios fogones rodeados de sofás dispersados por el centro del ámplio salón, rincones de lectura y televisión, grandes balconadas...precioso. Y todo ello rodeado de altas sierras de piedra caliza y de una carretera totalmente llena de curvas y bordeada de rocas y árboles: ¡Un paisaje para perderse¡
La idea era hacer allí una de las varias concentraciones que nuestro club hace a lo largo del año. Lo vimos todo. Nos lo enseñaron todo. En fin, que ya veremos.
Tras tomarnos allí unas cervezas volvimos a subirnos todos a las motos (nueve motos en total) y nos fuimos a otra localidad, distante de la hospedería unos 10 km, a comer.
Aparcamos en la plaza del pueblo, una localidad de unos 1000 habitantes y donde apenas se veía a nadie por las calles: unas calles totalmente empedradas, con grandes y antiguas casonas, con unos enormes portalones, escudos heráldicos, antiguas indicaciones de caserones, negocios, callejones....Y allí, en una casa totalmente de piedra, antigua, y amorosamente restaurada por dentro y con un cuidado y un gusto exquisito, entramos a comer: La comida, abundante, variada, perfectamente presentada y deliciosamente cocinada, y el precio, tras los postres, cafés, etc, tirado por el suelo. Nos quedamos todos asombrados de lo económico del banquete. Uno de la cuadrilla, en tono de broma, le dijo a la chica que nos servía y que nos trajo la cuenta:
- Bueno, esto es lo que pago yo por lo mio pero, ¿y estos...?
Y la chica, sonriendo, sólo dijo:
- Eso es lo de todos, caballero...
Salimos y nos dimos una vuelta por la localidad, hablando con algún paisano que encontramos en la calle, haciendo fotos a algunos edificios y, siendo ya hora de volver a montar en nuestras motos, volvimos a subirnos en ellas y, a una velocidad algo alta para mi gusto, dado que las carreteras estaban muy húmedas y podría haber posibilidad de patinazo en alguna de las muchísimas curvas por las que atravesamos, nos dirigimos a casa.
Yo llegaba a mi casa pasadas las siete de la tarde, noche cerrada, realmente cansado, y con una temperatura que había comenzado a bajar y cuya caricia se dejaba notar ya en las puntas de los dedos, aun llevando buenos guantes.
Cansado como estaba, a las nueve de la noche cené un poco, no demasiado, y tras hacer algunos trabajos que tenía pendientes en mi ordenador, cosa de una hora, me fuí a la cama a descansar, cayendo cual pesado fardo y sin levantar ya la oreja de la almohada hasta esta mañana a las nueve y media.
¿Lo bueno y positivo de todo lo de ayer?: La relación con los amigos, el ambiente, la camaraderia, la buena relación con todos, la mano en el hombro del amigo, la sonrisa, los chistes y el magnífico ambiente, la alegria de vivir de todos, el recuerdo de algunos compañeros, la sana relación, la ausencia de malos pensamientos, de envidias, de odios, de malas leches...el amor entre todos, en definitva, y las enormes ganas de vivir de todos y todas.
¿Hay algo más bonito que una buena comida de once amigos y amigas alrededor de una gran mesa en un comedor chiquito y con un buen fogón, una comida sin ningún tipo de prisas, rodeada de una comida excelente y un ambiente mejor todavía, totalmente relajado y distendido y donde lo único malo es la separación, al final de la jornada? Y si todo eso lo adornas con la guinda del paseo en moto por unos paisajes con cien mil curvas y bordeados de altos riscos de piedra y miles de árboles por todos lados, entonces ya....te puedes morir.
Me voy a lavar la moto.
Feliz semana.