Anoche, a las dos de la madrugada y con un fuerte dolor, tipo cólico, como los que me vienen dando últimamente sin que los doscientosmil análisis que me han hecho hayan sacado nada malo; sin que las doscientas y pico mil ecografías, radiografías y demás fías que me han hecho cada vez hayan dado nada que hiciera temer una enfermedad oculta e incurable, después de todo eso y con un cólico que me hacía casi andar doblado, me puse la cazadora, cogí las llaves del coche y sin que se enterara mi señora, me fuí al hospital, a urgencias.
Me han tenido con goteros, goteras, pinchazos, análisis de orina (dos), de sangre, radiografías, pastillas...desde las dos y media, hora en que llegué, hasta este mediodía a las dos y media.
Nada. No me han vuelto a sacar nada.
Con los goteros me han calmado el dolor y con los nuevos análisis han confirmado, una vez más, QUE NO TENGO PIEDRAS EN LA VESÍCULA.
Y es lo que le he dicho yo a la doctora que, a las dos y media de la tarde me daba el alta:
- Entonces, si no tengo piedras en la vesícula, ¿qué hostias me produce a mi esos cólicos?
Y me ha dicho la jovenzana doctora, sonriéndome y señalándome con la punta de su dedo índice:
- Pero tienes un pólipo...
- Ya...un pólipo...¿y...?
- Pues que un pólipo NO ES UNA PIEDRA, pero te hace el mismo daño que una piedra y actúa casi de idéntica forma que las piedras...¡¡dándote cólicos¡¡
- ¿Y si me quitas la vesícula y el pólipo ese desaparecerán los cólicos...?
- Con total seguridad...
Entonces, pregunto yo en mi ingenuidad:
- ¿Cómo es posible que el otro día, delante de 4 doctoras cirujanas que fueron las que me diagnosticaron el pólipo y no las piedras, no me dijeron nada de todo esto?. ¿Por qué cuando les dije que qué podía causar los cólicos se encogían de hombros sonriendo como unas gilipollas?. A ver: ¿por qué?
Bueno, ahora, y si es cierto lo que me ha dicho la doctora hoy, ya sé que no tengo piedras en la vesícula pero como si las tuviera, y como ya estoy en lista de espera para la operación de vesícula, cualquier día de estos me llaman, me sacan la vesícula, se la dan al perro más cercano y yo me quedo como Dios. Amén y así sea.
A ver si es verdad.
Desde la cama del hospital y tras ponerme el primer gotero, he llamado con el móvil a mi señora.
Se me ha enfadado:
- ¿Por qué no me has despertado para que fuera yo contigo al hospistal?
- ¿Para qué vamos a pasar los dos una mala noche pudiendo pasarla sólo uno?. Además, ya sabes lo que me hacen siempre. No te he querido despertar.
Al llegar a casa me ha acariciado la cabeza y me ha dado un beso. La verdad es que tengo una señora que no me la merezco.
Feliz Semana.