Hace frío.
Hemos pasado de cási verano a cási invierno en el transcurso de cuatro días.
Este mundo parece que no tenga un punto intermedio: Ya no existen los veranos, veranos, ni los inviernos, inviernos y, lo que es peor, no existen las primaveras ni los otoños, periodos de transición entre los fríos y las calores y entre las calores y los fríos.
Ahora pasamos de repente del frío a la calor y viceversa. Ahora no hay transición. Hoy estás sudando y mañana vas por la calle con chaquetón de pelo y con el cuello subido, protegiéndote de un tiempo dictatorial e inclemente. Hoy, en el porche de mi casa, 8 grados de temperatura y un viento bastante frío, lo que hace aumentar la sensación de invierno crudo y dando ganas, sólamente, de permanecer en casa, leyendo, escribiendo, viendo la tele o, simplemente, jugando con tu perro arrojándole cosas para que te las vuelva a traer.
Es triste esto de tener que permanecer en casa como consecuencia de la inestabilidad climática. Por eso, cuando llegan los domingos y me tengo que ir con la moto con los amigos, salvo que esté lloviendo o nevando o haga demasiado viento...¡¡yo me voy¡¡ No podemos perdonar, al menos yo, ni un solo minuto de diversión y de relación con los amigos.
La VIDA pasa, hagas lo que hagas, y hay que SABOREARLA con toda la intensidad que seamos capaces.
Lo dicho: Hace frío.