viernes, 14 de mayo de 2010

Padres e hijos



Cuando se tienen a los hijos fuera de casa, como es mi caso, una simple llamada de teléfono, un correo electrónico, una noticia del tipo que sea...hace que se te ensanche el corazón y se te ponga la imagen del hijo o de la hija en la mente, como si estuvieras en ese momento con ellos, como si lo tuvieras delante, con esa imagen filial bailando en tu mente.

Anoche me llamó mi hija pequeña. Quería informarme de que, casi con total seguridad, ha conseguido ya trabajo de lo suyo en una empresa no demasiado grande. Eso es una suerte enorme y un orgullo para un padre, y más con los tiempos que nos está tocando vivir de paro, restricciones y miserias varias.

Acaba de finalizar su carrera. Ha hecho un máster que lo ha acabado hace un mes escasamente y ya le han ofrecido trabajo de lo suyo. ¡Anoche se me hinchó el pecho y cási se me saltaron las lágrimas cuando me lo estaba contando a través del teléfono¡

Posiblemente venga a vernos el próximo lunes, según nos comunicó ayer. Hace que se ha ido cuatro días -se fue el lunes pasado- y ya la estoy echando de menos.

La mayor la tengo trabajando desde Agosto pasado. Esa está totalmente independizada. De vez en cuando nos manda un correo, viene para navidad, para semana santa...Me faltaba la pequeña y parece, a tenor de lo visto, que pronto la tendré también independizada, volando sola fuera del nido.

Cuando son pequeñas, sufrimos por ellas; cuando son grandes, sufrimos por ellas...¿Y quien sufre por los padres?

Feliz fin de semana.