lunes, 7 de junio de 2010

Día de agua y rosas


Ayer, domingo, nos juntamos cinco amigos moteros para irnos a bien comer y mejor pasarlo a una localidad distante de casa unos 105 km.

El tiempo amenazaba agua: nubes negras y algún que otro relámpago seguido de su correspondiente trueno nos hicieron salir a buen ritmo para tratar de dejar a la tormenta atrás. Venía del Oeste dirección Este, y nosotros teníamos que ir hacia el Este.

En los primeros 15 km. ya nos pilló el agua. Nos fue acompañando hasta el km. 20, momento en el que giramos hacia el Este y comenzamos a dejar la tromenta en la retaguardia, pero la tormenta de marras, muy experiemntada en estas lides, nos dijo:

- Tranquilos, muchachos...¡ya volveréis¡

Llegamos al destino con el firme en seco pero el cielo siempre agresivo. Almorzamos de infarto, comentamos, nos reímos, disfrutamos del ambiente, nos hicimos algunas fotos y, de nuevo a las monturas para volver de regreso a casa.

Y, tal y como nos lo predijo, allí estaba la tormenta, recibiéndonos con los brazos abiertos y las nubes cargadas de agua.

A los diez km. de haber salido de almorzar dirección a casa, empezaron a caer las primera gotas...y más gotas...y muchas más..y una cortina fina de agua...y la cortina que no paraba...y la ropa empezando a calar, muy poquito, eso sí, pero a mí, yo no sé por qué, pero a través de la altura del codo izquierdo empecé a notar algo de humedad. El resto, seco y protector, pero en esa citada parte...tendré que mirar el chaquetón, a ver si tiene algún descosido o algún poro o algo por el estilo.

Llegamos sin novedad a nuestro punto de destino y allí, junto con algunos amigos que nos vinieron a recibir al bar, empezaron las anécdotas, las risas, las dos últimas cervezas con unos pinchos de croquetas y, como siempre a esas horas, despedida y cierre y cada mochuelo a su olivo.

El agua no ha sido sino otra anécdota más a añadir a todas las que vamos teniendo y acumulando cada vez que cogemos nuestras motos. No todo ha de ser sol, temperatura de 20 grados, ausencia de viento, carretera buena...no...algo que se salga de lo normal también hemos de tener, de lo contrario todo esto sería muy aburrido.

Puedo dar fe que yo disfruté como un enano aun a pesar del agua que nos cayó encima. Fue precisamente esa lluvia la que hizo distinta la salida del día de ayer, la que le dio emoción y movimiento, la que nos hizo subir la adrenalina mientras nos inclinábamos en cada curva de una carretera cubierta de agua. ¡Uf, ahora, al recordarlo, aún se me eriza el pelo...¡

Estuvo bien.

Feliz Semana.