viernes, 9 de julio de 2010

La ceguera

Esta mañana hemos llevado mi señora y yo a mi padre al oftalmólogo -bendita palabreja, por fin he conseguído pronunciarla bien y escribirla bien también, creo..-


Mi padre tiene 85 años, que ya son años, y ve menos que un gato de escayola. Está, desde hace muchos años, prácticamente ciego, pero algo ve. Y de ahí la revisión.

Al oftalmólogo -bendita palabreja- le ha dicho:

- Igual me da que me mires los ojos como la uña del dedo gordo del pie...solución no me vas a dar ninguna.

El oftalmólogo -Señor...- se ha echado a reir y le ha dicho que hay que mirarlo, hay que controlar la tensión y que hay que vigilar que lo que tiene que no vaya a más.

Resumiendo: que lo ha mirado, ha visto que más o menos va igual que siempre, le ha dicho que siga con el tratamiento de toda la vida y que dentro de un año y medio, que vuelva.

- ¿Un año y medio? -ha dicho mi padre- pero, ¿no ves la edad que tengo? ¿tú crees que voy a llegar?

- Sí, hombre, sí, ¿por qué no va usted a llegar, hombre? -le ha dicho el oftal...el ese...

Hemos vuelto a casa y mi madre ya nos estaba esperando con la comida preparada, para ellos, claro, porque nosotros nos hemos bajado a casa, bueno, yo me he quedado un rato en casa de mis padres resintonizando y organizando los canales de la televisión digital porque, algo han tocado, que no se les veía. Ahora, sí, ahora ya se les ve de nuevo la tele.

Pues eso es lo que ha dado de sí la visita al ese de los ojos.

Y ahora, escribiendo estas líneas, se me acaba de acostar, encima de los pies, mi perrita Westy...si es que no puede vivir sin mí, la condenada.

Feliz fin de semana.