lunes, 20 de septiembre de 2010

Días de lluvia

Los días de lluvia, me encantan. Sobre todo si no me pilla el agua por la calle y sin paraguas o sobre mi moto.

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Me encanta ver llover desde la otra parte de la ventana, desde la otra parte del salón de casa mientras veo a algunos caminar, despacio o deprisa, con el paraguas sobre sus cabezas.

Y los días de viento, también. Me encanta el viento. Pero cuando más disfruto es cuando oigo los soplidos de ese viento desde la cama y a través de la ventana del dormitorio, tapado hasta las orejas e imaginando esas ropas de esos caminantes volteando al viento; esos pelos arremolinándose por la cara; esos ojos semi cerrados y esos cuerpos inclinados hacia delante tratando de vencer y contrarestar la fuerza de ese algo invisible pero cuya fuerza y sonido notamos a nuestro alrededor.

Alguien pensará que estoy como una cabra. Casi seguro. Igual si lo pienso relajadamente llego a la conclusión de que sí, de que estoy más cerca de la cabra que de la persona normal y corriente. A otros les da por doblar esquinas y a otros por lanzar piedras hacia adelante y tratar de alcanzarlas antes de que toquen el suelo.

Como suele decirse: cada loco con su tema. Yo soy feliz con mis "temas". A veces diría que muy feliz.

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